Movimiento Sur recibió el miércoles 4 de mayo al compañero Marcelo del Movimiento Nacional Campesino Indígena (MNCI) para compartir la perspectiva y la experiencia de este colectivo sobre uno de los temas fundamentales de nuestra nación a nivel no sólo económico, sino también político y social: la tierra, su administración y los derechos de quienes la habitan y trabajan.
En el marco de la campaña por los recursos naturales El Agua vale + que el Oro es que consideramos a nuestra tierra como uno de los principales recursos naturales de la Argentina, dado que ha sido el principal elemento de disputa entre los sectores dominantes y los oprimidos de este país y toda la región Latinoamericana. Así ha sido en esta inmensa Patria Grande desde la “conquista” hasta ahora.
En la actualidad este debate nos atraviesa a la hora de pensar qué modelo de país queremos. Vemos que desde el Gobierno Nacional sólo se nos ofrece una agricultura ligada a la exportación de soja, al uso de agrotóxicos que contaminan nuestro suelo, vinculada a la Sociedad Rural Argentina y a las trasnacionales… Entendemos que este país tiene una gran capacidad de producir alimentos, y hoy día muchos argentinos se quedan sin el derecho a un plato de comida.
Uno de los temas que estuvieron presentes fue el de los desalojos de los pobladores tradicionales de las tierras que son desplazados por compradores que ostentan títulos de compra que no contemplan a los habitantes del territorio, el cual es percibido sólo como una mercancía cuya administración está librada a la voluntad del mejor postor. En los violentos procesos de desalojo intervienen grupos paramilitares que garantizan los negocios de los inversores, lo cual se sigue verificando en provincias como Santiago del Estero, aún cuando ya no se puede culpar al señor feudal Juárez luego de la intervención federal.
El daño que el monocultivo, especialmente el de soja, produce en la biodiversidad y en la capacidad productiva de la tierra también fue un tema de la agenda. Los beneficios inmediatos del negocio sojero –la entrada de ciertas divisas, la mínima industrialización que conlleva el tratamiento del producto, la escasa mano de obra que moviliza- no cubren el altísimo costo que implica: desertificación por agotamiento, contaminación por los agroquímicos como el glifosato, desplazamiento de los habitantes por la expansión de la frontera agraria.
Ante la aniquilación que produce esta expansión de la lógica mercantilista sin límites, las organizaciones campesinas luchan con dos horizontes programáticos: la Reforma Agraria Integral y la Soberanía Alimentaria. Ambos conllevan el empoderamiento de los habitantes y productores del territorio. Reforma Agraria que se propone Integral por la participación de todos los sectores involucrados en la actividad agraria, no sólo de una dirección gubernamental. Y Soberanía Alimentaria como modelo productivo que rechaza la explotación de los trabajadores, la contaminación de la tierra en la producción y la lógica de maximización del beneficio en la composición del precio.
Las comunidades que integran el MNCI ya cuentan con varias décadas de organización comunitaria y productiva y existen diversas experiencias de sociedades de producción que trabajan protegiendo la tierra, tomando las decisiones económicas colectivamente y fijando precios con criterio social.
Estos desafíos y estas experiencias nos acercan a la realidad de una parte importante de nuestra sociedad nacional que en los grandes centros urbanos solemos desconocer: la de los campesinos, aunque su trabajo está en la base de la subsistencia de todos. Los compañeros del MNCI nos demuestran con su trabajo colectivo que también en este ámbito es posible construir cada día una nación justa, soberana y libre. Junto a ellos estaremos cada día en su lucha, hasta la victoria.
¡Mi tierra no se vende!
Basta de saqueo a nuestros Recursos Naturales